lunes, 28 de octubre de 2013

Trabajo en equipo, una cuestión de valores














En nuestro mundo actual, digitalizado por todas partes, tendemos a despreciar muchos conceptos porque nos parece que han quedado "anticuados"; que ya no son "cool", ni "molan", vaya. En este sentido, es curioso comprobar como personas expertas en lo digital, muestran carencias significativas en sus relaciones interpersonales y, en consecuencia, en su capacidad de trabajar en equipo.

Me viene esta reflexión a la cabeza después de una semana en la que el trabajo en equipo ha sido precisamente el denominador común en las sesiones de nuestro máster de Marketing Directo y Digital. El martes, Albert Garcia Pujadas hizo trabajar al grupo-clase el lienzo de un modelo de negocio de forma coral; el jueves, yo les hice reflexionar por equipos en el modelo de relación marca-cliente; finalmente, el viernes tuvimos una sesión de teambuilding, facilitada por Manum Consulting Groupen la que los equipos de tesinas desarrollaron un "business game" de forma colaborativa.

Cuando finalizamos el teambuilding, hice una analogía entre la experiencia vivida y el trabajo a desarrollar por los equipos de tesinas en los próximos nueve meses. En el juego, vimos los clásicos defectos del trabajo en equipo: ausencia de objetivos claros de cada departamento; ignorancia sobre la aportación del equipo al objetivo común; falta de definición precisa de los roles de los miembros del equipo; escasez de comunicación intra e interdepartamental; etc.

Todo esto es lo que, si no se está atento, va a suceder en el desarrollo de las tesinas. Algo, por otro lado, habitual en las empresas y organizaciones del mundo real, claro. Las implicaciones de todo ello son el estrés, la desconfianza y el conflicto improductivo que nos llevan indefectiblemente a la ineficiencia del proceso de trabajo y al agotamiento personal.

¿Qué hacer para evitar todo esto? Algún "onliner" seguramente nos recetaría diversas herramientas digitales para la productividad personal y el trabajo colaborativo. Personalmente, no estaría en desacuerdo con ello. Sin embargo, no creo que la poción mágica para el trabajo en equipo radique en lo instrumental. Más bien pienso que está en el terreno de los principios y valores.

A menudo, en OgilvyOne me han pedido que diera la bienvenida a personas que se incorporan a la agencia (becarios y becarias, incluidos). Siempre les hago el mismo discurso: "si queréis triunfar en esta agencia debéis ser personas muy RARAS". Después de su sorpresa inicial, les describo lo que significa ese acrónimo (que acuñé hace años para captar su atención... y para acordarme de lo que debía decirles):

  • R de Respeto: a las personas y a sus ideas, la materia prima de la que vive el trabajo en equipo.
  • A de Afán de superación: si no luchas por saber cada día un poco más y ser un poco mejor, el producto de tu aportación al equipo será mediocre.
  • R de Responsabilidad: nuestro trabajo siempre es colaborativo; y un trabajo en equipo es una cadena de responsabilidades: si tú no cumples con las tuyas, perjudicas a los demás porque les dificultas cumplir con sus compromisos.
  • A de Alegría: el trabajo en equipo suele ser un "dragon-khan" emocional; para ser un buen jugador de equipo debes ser capaz de demostrar alegría vital, a pesar de los sinsabores del camino. El humor ayuda.
  • S de Servicialidad: el trabajo en equipo no puede entenderse de otra forma que no sea estar uno al servicio de los demás... y todos al servicio del objetivo común.
Pues ya ves, se trata de que cuando trabajes en equipo seas una de esas personas RARAS y que animes a tus compañeras y compañeros a serlo también. Aunque antiguos como la humanidad misma, los principios y valores nos siguen siendo imprescindibles para alcanzar nuestros objetivos en el siglo XXI.

sábado, 12 de octubre de 2013

Crea tu propio futuro

www.angelacolls.com













¿Cuál es el acto creativo supremo de un ser humano? Sin ninguna duda, su propia vida. Reflejamos nuestra creatividad más elevada no tanto en aquello que producimos sino en lo que estamos siendo.

Ayer, 11 de octubre, se cumplieron diez años de mi dimisión como DG en Ogilvy. ¿Por qué dimití... o mejor dicho, para qué lo hice? La respuesta es que deseaba tener una vida más equilibrada y, sobre todo, dedicarme sólo a lo que realmente me apasiona: ayudar a los demás a progresar.

Diez años después, puedo decir que disfruto con todo lo que hago y que trabajo sólo con quien disfruto. Todo un privilegio. Y el motivo de ello es que siento que todas mis actividades están alineadas con mi misión; lo vivo así en mis diferentes roles: como docente, director académico, asesor estratégico, coach y también como marido y padre.

Echando la mirada atrás, recuerdo demasiados años vividos con mucha ansiedad profesional y disfrutando poco de lo que más me gustaba: la docencia; familiarmente, mucho desequilibrio y poco disfrute del crecimiento de mis hijos. Todo ello me provocaba un sentimiento de alta insatisfacción con la vida que llevaba... hasta que dije ¡basta!

Como puedes imaginar, tomar esa decisión no fue sencillo. Mis pensamientos siempre se debatían entre el ángel y el demonio interiores. El primero, animándome a perseguir mis sueños y a no conformarme con una vida mediocre, sin objetivos propios y trabajando a destajo para quienes sí los tienen. El segundo, advirtiéndome de todos los riesgos y peligros imaginables: "perderás tu puesto de trabajo y con él tus ingresos, tu coche de empresa, tu estatus social y, con ello, abocarás a tu familia a una incertidumbre total".

Bueno, ya puedes imaginar quién de los dos ganó. Por cierto, el perdedor no tenía razón: sus catastróficas admoniciones resultaron todas falsas.

En los seminarios in-company que imparto sobre Creatividad e Innovación, siempre animo a los participantes a que, en algún momento de su vida, dimitan. Sí, ya sé que dimitir no es un verbo que se conjugue a menudo en nuestro país. Mejor: quienes lo hagan se diferenciarán de quienes no se atreven. Dimitir de algo implica decidir a favor de ti mismo.

Por cierto, si te preguntas cómo fue mi proceso interior hasta ser capaz de comunicar mi decisión a mi jefe, te diré que siguió las fases típicas en la toma de decisiones del ser humano: emoción-razón-emoción.

El cúmulo de emociones iniciales eran la frustración, la tristeza y la rabia. La elaboración racional significó un viaje a mi interior recuperando la autoestima, siendo capaz de racionalizar que si fui capaz de conseguir lo que había logrado, también sería capaz de ganarme la vida de alguna otra forma.

En la tercera y decisiva fase, el trabajo emocional consistió en dominar el miedo, casi terror, de saltar al vacío y enfrentarme a lo desconocido. Creo que la emoción que sustituyó al miedo y me llevó a la acción fue el amor. Sí, el amor hacia los míos -no quería una vida así para ellos- y hacia mí mismo -soñaba en dedicarme más intensamente a la docencia.

Ayer se cumplían diez años de comunicar mi decisión. Hoy se cumple una década del inicio de una nueva vida, de la vida que diseñé para mí.

Mi mayor acto creativo.

domingo, 6 de octubre de 2013

Humor y docencia














¿Te has aburrido en las clases del cole y de la universidad ? Muchas veces, ¿verdad? Y en la formación de tu empresa, ¿te sueles divertir? Pocas veces, ¿verdad? ¡Qué lástima que los participantes en una sesión formativa estén mirando el reloj para saber cuánto falta para irse... y no para saber el tiempo que les queda para seguir disfrutándola!

Y hablando de disfrutar, siempre me ha sorprendido la falta de sentido del humor de una buena mayoría de los docentes. ¿Piensan acaso que decir algo con cara seria hace que ello sea más trascendente? ¿Creen acaso que aparecer malhumorado favorece la atención de sus alumnos y facilita su aprendizaje? Son los docentes que no dan clase "a" o "con" sino "contra" sus pupilos. Una pena.

Lo reconozco: el sentido del humor es una de mis virtudes favoritas... en los demás y en mí mismo. Lo cultivo en todas mis relaciones: con la familia, los compañeros de trabajo, las amistades y, por descontado, con mis alumnos. Creo que es el mejor lubricante para que los engranajes de las complejas interrelaciones humanas funcionen fluidamente, sin griparse.

En clase, el sentido del humor es parte fundamental de mi metodología docente porque me aporta enormes utilidades. Aquí van siete de ellas:
  • ayuda a captar y mantener la atención de un público experto en desconectar cuando "aquí no pasa nada interesante";
  • favorece la conexión emocional entre el docente y sus alumnos porque reduce el gap psicológico entre ambos;
  • propicia la participación en clase porque reduce el miedo al error en público;
  • fomenta la colaboración entre los participantes porque crea una atmósfera lúdica;
  • facilita el aprendizaje de los conocimientos porque reduce la percepción de dificultad de la materia impartida;
  • reduce el absentismo a tus clases porque "con este nos lo pasamos bien";
  • finalmente, para el docente es mucho más agradecido ver cómo se ríen tus alumnos en clase... que verlos marcharse en el descanso.

Como la sal y la pimienta en gastronomía, es importante encontrar la dosis justa: si pecas por defecto, el plato sale soso, plano, gris; si pecas por exceso, lo echas a perder porque te impide degustar el verdadero sabor de sus ingredientes. Pasa lo mismo en clase: poco humor lleva al aburrimiento; demasiado humor, lleva a la banalización de los contenidos y, a menudo, a la pérdida de control del grupo.

¿Y cómo saber cuál es la medida exacta? En mi opinión, es un arte. No sé de ninguna receta. Sobre todo porque depende de la audiencia que se tenga en cada caso, de su estado anímico... y del tuyo, entre otros muchos factores.

Seguiré sobre este tema en futuras ocasiones. ¿Comentarios al respecto del humor en las aulas? ;-)

domingo, 22 de septiembre de 2013

Docencia, amor e ilusión
















El secreto para que te salgan bien las cosas en la vida: hazlas por amor a los demás. Por descontado, esto es especialmente verdad en una actividad como la docencia, que no tiene otro propósito que ayudar a los estudiantes a mejorar en sus conocimientos y competencias a fin de progresar en su vida profesional... y en "la otra".

A lo largo de nuestra trayectoria como estudiantes -"cole", universidad, escuela de negocios, o donde sea que hayamos estudiado-, nos hemos encontrado con "profesores amorosos". Los hemos distinguido rápidamente de los demás porque ellas y ellos daban lo mejor de sí mismos, poniendo sus conocimientos y experiencia a nuestro servicio... y no al de su ego.

La semana próxima darán comienzo la 20ª edición del máster de Marketing Farmacéutico y la 11ª del máster de Marketing Directo y Digital (ocho versiones en Barcelona y tres en Santiago de Chile). ¡Ya tengo ganas de conocer a nuestros nuevos participantes! Pasaremos más de nueve meses juntos durante los que vamos a disfrutar aprendiendo y creciendo como profesionales y como personas.

Seguro que todos ellos se sorprenderán cuando el primer día del curso les diga que "estamos aquí por amor" y que "todos y cada uno de los docentes estamos a vuestro servicio, no vosotros al nuestro". Sí, es curioso, pero estas frases siguen sorprendiendo. ¿Será que no es habitual oírlas en un aula?

A principios de esta semana, hemos tenido los claustros docentes de ambos programas. Una muestra de la implicación de los profesores es el alto nivel de asistencia que tuvimos. Algo realmente muy valorable en unos profesores que son profesionales en activo con agendas apretadísimas. Y ello es el mejor síntoma de la ilusión renovada que todos sentimos al inicio de cada curso.

En dichos claustros, debatimos a fondo el foco para este próximo curso: seguir evolucionando nuestra metodología docente para mejorar aún más la relación teoría-práctica de los programas. Lo expresamos diciendo que nuestros programas deben tener un carácter "how-to", es decir, que cada sesión debe servir no sólo para saber más sino para saber cómo aplicarlo a la práctica real.

Añadido a este reto, nos planteamos seguir introduciendo herramientas online que complementen la metodología presencial y que fomenten las habilidades digitales de nuestros participantes. Se trata de ayudarles a establecer su entorno de aprendizaje personal (PLE: personal learning environment). El objetivo de todo ello: aprender a aprender.

Preparados, listos... ¡ya! Todo a punto para empezar el nuevo curso. Un año más, los docentes estamos ilusionados para ilusionar a nuestros participantes desde el primer día de clase... con todo nuestro amor

sábado, 20 de julio de 2013

Fin del MIF-11: conclusiones y aprendizajes
















En el post anterior reflexionaba sobre los aprendizajes obtenidos en la 8ª edición del máster de Marketing Directo y Digital. Ahora le toca el turno al máster de Marketing Farmacéutico que, como quien no quiere la cosa, ha cumplido su 19ª edición... ¡que se dice pronto!

Un año más, la defensa pública de las tesinas ha puesto un broche de oro al programa. En las tardes de los pasados días 8 y 10 de julio, los seis equipos de tesinas hicieron la exposición pública de sus trabajos. Todas las presentaciones tuvieron un nivel alto y fueron reflejo de unos planes de marketing de muy alta calidad profesional.

Los proyectos de las tesinas tuvieron la diversidad de siempre: Abilify (antipsicótico de Otsuka), Betaferon (esclerosis múltiple de Bayer); Fluimucil (mucolítico de Zambon); Antán (antimigrañoso de Lilly); Aknenormin (antiacneico de Almirall); Diován (antihipertensivo de Novartis).

Todos ellos suponían retos de marketing muy distintos. Respectivamente:
  • asumir la gestión comercial completa tras finalizar la co-promoción con otro laboratorio
  • defender una posición de liderazgo frente a un bioequivalente
  • relizar el switch de prescripción a OTC, con cambio de marca incluido
  • lanzar un nuevo producto en una categoría desconocida para el laboratorio
  • competir frente a 7 productos con el mismo principio activo ya establecidos en el mercado
  • gestionar el ciclo de vida de un producto maduro frente a la entrada de genéricos
Después de ver estos trabajos y sus presentaciones, así como de leer las valoraciones finales de los participantes sobre el máster, aquí van algunas reflexiones: 
  1. En septiembre 2012, la mayoría de los participantes -esencialmente provenientes de Ciencias de la Salud- no habían hecho un plan de marketing en su vida. Nueve meses más tarde, han sido capaces de elaborar uno y defenderlo en público con gran profesionalidad. ¡Gran [trans]formación!
  2. Los tutores son una pieza fundamental en el proceso de aprendizaje de los participantes: les ayudan a convertir el "saber" en "saber hacer".
  3. A veces sucede que no todos los integrantes de un equipo se esfuerzan por igual ni aportan lo mismo al proyecto. Lo que sí sucede siempre es que quienes más se esfuerzan, más rendimiento le sacan a su inversión en el máster.
  4. Los participantes han demostrado que son capaces de tener nuevas formas de pensar en los clientes, mucha creatividad en las estrategias y los planes de acción y un buen dominio de los medios y las herramientas del marketing digital: ellas y ellos serán el relevo de los marketeers del siglo XX.
  5. El nivel de satisfacción con el máster sigue siendo muy elevado: de los 25 participantes que respondieron a la encuesta final -sobre un total de 28- sólo dos indicaron que no recomendarían el programa: un índice de recomendación del 92% (en los dos años anteriores, 96%).
  6. Año tras año, el máster consigue este alto nivel de satisfacción. El secreto es la profesionalidad y el compromiso de los 42 profesores del claustro docente -todos ellos profesionales de primer nivel del sector farmacéutico- que con gran generosidad ponen al servicio de los participantes su experiencia y su dedicación. ¡Muchas gracias a todos ellos!
  7. En esta edición, hemos puesto en marcha el blog del máster. Personalmente, tenía dudas sobre la voluntad de participación de los alumnos en el mismo. Mis temores eran infundados: hasta la fecha, un total de 23 participantes han escrito 57 entradas, un buen número de las cuales reflexionan sobre "farma digital". ¡Recomiendo entusiastamente su seguimiento!
  8. Las prácticas profesionales en empresas del sector proporcionan -y siguen proporcionando hasta septiembre- una primera experiencia en un departamento de marketing farmacéutico (o en una agencia healthcare) para los 19 participantes que las han llevado a cabo. ¡Muchas gracias a las 12 empresas que les han ofrecido estas oportunidades!
  9. El propósito último de este máster es el progreso profesional de sus participantes. Y, para quienes no tienen trabajo, proporcionarles oportunidades laborales. Para nuestra satisfacción, a lo largo del curso dos participantes han sido contratados por sendas empresas; adicionalmente, nuestra bolsa de trabajo acaba de recibir dos ofertas de trabajo dentro de esta misma semana. ¡Bravo!
  10. Una reflexión final: los grandes cambios que está sufriendo el sector hacen imprescindible evolucionar constantemente tanto los contenidos como la metodología docente. Lo venimos haciendo significativamente en los últimos tres años; nuestro reto es seguir impulsando estos cambios en beneficio de los participantes de la próxima edición: ¡la 20ª!
Un año más, podemos decir aquello de "misión cumplida". Los esfuerzos de muchos se han visto compensados con el enorme progreso de los participantes. ¡Enhorabuena a todos ellos y ellas por su dedicación y perseverancia en el aprendizaje!

Y, por encima de todo, ¡muchas gracias a todos por el cariño que siempre nos demostráis!

domingo, 7 de julio de 2013

Fin del MMDD-8: aprendizajes obtenidos

















El cierre de una edición del máster siempre es un buen momento para hacer balance de los aprendizajes obtenidos. Porque no sólo los participantes aprenden cosas en el máster; quienes somos responsables de la dirección académica, también... si tenemos los ojos, los oídos y el corazón suficientemente abiertos, claro.

Parece que fue ayer cuando iniciábamos la octava edición del máster de Marketing Directo y Digital... ¡y lo que realmente hicimos ayer fue terminarlo! Los nueve meses y medio que ha durado el programa nos han pasado a todos volando: una buena ocasión para recordar que la vida pasa así de rápido, tanto si haces cosas útiles para tu progreso como si pierdes el tiempo en banalidades.

Las presentaciones de las tesinas hechas por los seis equipos durante el viernes y el sábado fueron la "prueba del algodón" del aprendizaje obtenido por los participantes a lo largo del máster. De forma muy mayoritaria, el nivel de las presentaciones fue realmente alto, tanto en los contenidos como en las exposiciones.

Después de vivir estas presentaciones, de hablar con los participantes durante el "almuerzo-fin-de-máster" y de leer los cuestionarios de sus evaluaciones finales, aquí va un decálogo de aprendizajes obtenidos o reafirmados:

  1. El máster supone un antes y un después para la mayoría de los participantes... les [trans]forma.
  2. Los participantes no sólo se llevan conocimientos ("saber") y capacidad de aplicarlos ("saber hacer"). También desarrollan competencias y actitudes clave para su vida real: el liderazgo personal, el trabajo en equipo, la negociación, la comunicación en público, el uso de las herramientas digitales o la gestión del estrés, entre otros. Y, por descontado, a lo largo del máster construyen un activo de valor incalculable para el resto de su vida: las relaciones con compañeros y profesores.
  3. Las posibilidades y oportunidades que ofrece el máster son iguales para todos... pero unos deciden sacarles más jugo que otros. En consecuencia, unos obtienen un mayor retorno a su inversión -de dinero, tiempo y energía- que otros.
  4. Las tesinas suponen la columna vertebral del programa puesto que implican la aplicación de todo lo trabajado a una empresa/institución real. Este año, los proyectos han sido: Barcelona International Sailing Center (BISC), BarcelonActua, Ulabox, Foxize School, Doctoralia y Planet Fans. ¡Gracias a todos ellos por su contribución a la docencia práctica del máster!
  5. Para conseguir la atención de la audiencia durante su defensa del proyecto, los equipos han hecho gala de una creatividad excelente: nos han hecho salir y volver a entrar al aula; nos han repartido etiquetas con palabras clave; nos han regalado cajas con productos para incentivar nuestras respuestas; nos han mostrado audiovisuales de creación propia; nos han enganchado papeles debajo de las mesas... Resultado: ¡han conseguido nuestra atención durante seis horas (3+3)!
  6. También hemos tenido una magnífica innovación en el formato de una de las exposiciones: una presentación sin ppt, ni keynotes, ni prezi. Sólo pizarra y rotuladores... y mucha valentía, claro. Muy curioso: ha sido un buen ejemplo de que innovar, a menudo, es volver a lo de antes. Tomemos nota.
  7. La función del tutor es clave... y muy complicada. No sólo se trata de orientar y guiar al equipo durante todo el proyecto sino que deben además ejercer de psicólogos, coaches, mediadores, negociadores, motivadores y coordinadores. En una palabra: deben ser unos líderes genuinos para su equipo: hacer que las cosas se hagan y desarrollar los talentos de sus personas.
  8. El ser o no ser de un máster como el nuestro reside en conseguir un alto nivel de recomendación por parte de quienes lo han cursado. Un año más, tenemos una intención de recomendación muy elevada en la encuesta de satisfacción: 26 sobre 28 lo recomendarían; uno no lo recomendaría... y uno se olvidó de responder a esa pregunta (¿será posible conseguir un 100% de respuestas algún año? No desistiremos hasta conseguirlo).
  9. La clave para ese nivel de satisfacción tiene un nombre: claustro docente. Por tanto, gracias de todo corazón a todos los profesores y profesoras por su talento, dedicación y generosidad.
  10. Finalmente, no todo sale bien, claro. Algunos participantes se han enfrentado con dificultades no previstas y, obviamente, no deseadas. Como en la vida misma. Para ellas y ellos, la clave será su actitud frente a dichas dificultades. La pregunta que les permitirá obtener aprendizajes útiles es: "¿para qué me ha pasado esto?". La respuesta les conducirá a su crecimiento personal. En cambio, si la pregunta que se formulan es "¿quién tiene la culpa de esto que me ha pasado?" --y la respuesta es "la culpa la tiene este o aquella"-- sólo les llevará al resentimiento y a la frustración. Y será una oportunidad de aprendizaje perdida.
Bueno, termino. En realidad, pensaba también comentarte los retos a los que debemos dar respuesta en próximas ediciones del máster.  De momento, lo dejo aquí. Será en otro post. Ya está bien para ser domingo por la tarde ;-)

sábado, 29 de junio de 2013

¡Cuidado con las etiquetas!

Imagen de elcentrobolsero
















Cuando estabas en el "cole", ¿a qué colectivo pertenecías?: "estudiosos", "vagos", "inteligentes", "listos", "listillos", "aplicados", "graciosos", "apocados", "gamberros", "gordos", "gafotas"... Había "segmentos" y "tipologías" para todos los gustos (y disgustos), fruto de una ha(de)bilidad muy humana: etiquetar a los demás.

Hace tiempo leí un texto --de alguien que no recuerdo-- en el que, al hablar de nuestro hábito de etiquetar a todos y a todo, se mencionaba un supuesto aforismo de origen americano en el que se decía que "las etiquetas matan". Al principio me pareció algo exagerado. Después, me he dado cuenta del impacto que una etiqueta puede llegar a tener en la vida de una persona, en cualquiera de sus ámbitos: sentimental, familiar, social, académico, profesional, etc.

Viene esto a cuento de uno de los principios clave que aplico en mi docencia: ¡mucho cuidado con etiquetar a los estudiantes y al grupo-clase!. Y no es sencillo porque, al fin y al cabo, las etiquetas cumplen una función crucial: simplificarnos la vida... para lo bueno y para lo malo. Sin embargo, para los docentes, es una tentación a la que es importante que nos resistamos si somos propensos a etiquetar negativamente.

Esto último me recuerda una experiencia vivida que me dejó perplejo. Estaba impartiendo un seminario de "Coaching para la Docencia" a profesores universitarios. En una de las sesiones, uno de ellos --joven y profesor de una materia muy actual-- nos comentó que, desde el primer día de clase, él estaba convencido de que sus alumnos querían engañarle. Estaba obsesionado con ello y ponía todo su esfuerzo en dificultar que lo consiguieran: controles de todo tipo en los trabajos, vigilancia policial en los exámenes, desconfianza en el trato personal, etc.

Lo malo es que, muy a menudo, la etiqueta se convierte en una profecía autocumplida: las personas acabamos comportándonos como los demás esperan, es decir, de acuerdo a las etiquetas que llevamos colgadas. En consecuencia, no me cabe ninguna duda que los alumnos de este profesor se comportaron "como él quería" y pusieron toda su creatividad --que suele ser infinita-- al servicio de superar los retos que su "cruzada antiengaño" les proponía. En pocas palabras: la etiqueta se hizo realidad.

Aprendiendo de esto, elaboré una diapositiva para la clase inicial de mi asignatura en la universidad. La titulé "Mi credo" y dice así:
  1. Creo en ti.
  2. Creo que estamos aquí --yo también-- para aprender y progresar.
  3. Creo que ya sabes mucho de Marketing Directo y Promocional... aunque no lo creas.
  4. Creo en la inteligencia colectiva: el grupo sabe más que tú y que yo.
  5. Creo que solo aprendemos cuando disfrutamos.
Con ello, hago una declaración genuina de mis intenciones hacia ellos, hacia la asignatura y hacia las diez semanas que compartiremos. En este caso, les etiqueto en positivo: "eres merecedor de confianza", "ya posees muchos conocimientos", "todos juntos sabemos más". La experiencia me demuestra que se comportan de forma coherente con dichas etiquetas positivas, actuando como personas confiables, aportando en el debate colectivo y trabajando motivados en equipo.

En definitiva: las etiquetas son material explosivo que conviene manejar con extrema delicadeza. ¡Mucha atención con ellas en clase... y en la vida!