sábado, 2 de noviembre de 2013

Dimisión en Panrico

Jordi Fàbregas














Esta semana se ha materializado la dimisión de Jordi Fàbregas, Director General de Panrico. El apellido no es una azarosa coincidencia: sí, es mi hermano. Jordi ha dimitido por no estar de acuerdo con las decisiones que está tomando la propiedad de la empresa -el fondo de inversión Oaktree- ni con las formas que se están empleando.

Es bien conocido que España no es un país que destaque precisamente por la cantidad de dimisiones que se producen, ni en el ámbito de la alta dirección de las empresas ni, por descontado, en el político. Dimitir es algo inhabitual, un deporte con muy pocos practicantes. Precisamente por ello, la decisión de Jordi ha generado tanta estupefacción como apoyos. Por encima de todo, yo me he sentido enormemente orgulloso de mi hermano: ha dimitido por coherencia con sus principios y valores.

Hace tiempo leí una frase que me ha acompañado desde entonces: "no puedes decir cuáles son realmente tus principios hasta que te cuestan dinero". Cuánta gente alardea de valores sólidos hasta que defenderlos les toca el bolsillo. Justo en ese momento, se convierten en fans de la célebre frase del inmortal Groucho Marx: "Señora, estos son mis principios... pero si no le gustan, ¡tengo otros!". Genial.

¿Para qué sirve dimitir? Creo que para mucho. El camino hasta la dimisión sirve, como mínimo, en un triple ámbito. En primer lugar, sirve para hacerte una pregunta clave en la vida: y yo, ¿qué quiero?. Como dar respuesta a ese interrogante no es fácil, un buen atajo es decidir qué es lo que no quieres... que no es poco.

En segundo lugar, este viaje hacia tu interior, sirve para enfrentarte con tus emociones; principalmente, con una de ellas: el miedo. Miedo al "y después ¿qué?"; miedo a no ser capaz de salir adelante; miedo a la opinión social; miedo a cómo lo vivirán tu pareja, tus hijos, tu familia; en definitiva, miedo -pánico- a tomar esa decisión.

En tercer lugar, sirve para poner a prueba tu musculatura espiritual: ¿para qué he venido al mundo? ¿sobre qué principios y valores quiero sustentar mi existencia? ¿dónde están las líneas rojas que no quiero traspasar?

Por eso es tan sano dimitir... al menos una vez en la vida. Porque llegar a decir "basta" supone haber hecho esos deberes: decidiendo lo que no quieres para tu vida; no permitiendo que el miedo te atenace y escogiendo lo que está bien y lo que está mal para ti y los tuyos.

Un buen ejercicio vital. Prueba y verás.

lunes, 28 de octubre de 2013

Trabajo en equipo, una cuestión de valores














En nuestro mundo actual, digitalizado por todas partes, tendemos a despreciar muchos conceptos porque nos parece que han quedado "anticuados"; que ya no son "cool", ni "molan", vaya. En este sentido, es curioso comprobar como personas expertas en lo digital, muestran carencias significativas en sus relaciones interpersonales y, en consecuencia, en su capacidad de trabajar en equipo.

Me viene esta reflexión a la cabeza después de una semana en la que el trabajo en equipo ha sido precisamente el denominador común en las sesiones de nuestro máster de Marketing Directo y Digital. El martes, Albert Garcia Pujadas hizo trabajar al grupo-clase el lienzo de un modelo de negocio de forma coral; el jueves, yo les hice reflexionar por equipos en el modelo de relación marca-cliente; finalmente, el viernes tuvimos una sesión de teambuilding, facilitada por Manum Consulting Groupen la que los equipos de tesinas desarrollaron un "business game" de forma colaborativa.

Cuando finalizamos el teambuilding, hice una analogía entre la experiencia vivida y el trabajo a desarrollar por los equipos de tesinas en los próximos nueve meses. En el juego, vimos los clásicos defectos del trabajo en equipo: ausencia de objetivos claros de cada departamento; ignorancia sobre la aportación del equipo al objetivo común; falta de definición precisa de los roles de los miembros del equipo; escasez de comunicación intra e interdepartamental; etc.

Todo esto es lo que, si no se está atento, va a suceder en el desarrollo de las tesinas. Algo, por otro lado, habitual en las empresas y organizaciones del mundo real, claro. Las implicaciones de todo ello son el estrés, la desconfianza y el conflicto improductivo que nos llevan indefectiblemente a la ineficiencia del proceso de trabajo y al agotamiento personal.

¿Qué hacer para evitar todo esto? Algún "onliner" seguramente nos recetaría diversas herramientas digitales para la productividad personal y el trabajo colaborativo. Personalmente, no estaría en desacuerdo con ello. Sin embargo, no creo que la poción mágica para el trabajo en equipo radique en lo instrumental. Más bien pienso que está en el terreno de los principios y valores.

A menudo, en OgilvyOne me han pedido que diera la bienvenida a personas que se incorporan a la agencia (becarios y becarias, incluidos). Siempre les hago el mismo discurso: "si queréis triunfar en esta agencia debéis ser personas muy RARAS". Después de su sorpresa inicial, les describo lo que significa ese acrónimo (que acuñé hace años para captar su atención... y para acordarme de lo que debía decirles):

  • R de Respeto: a las personas y a sus ideas, la materia prima de la que vive el trabajo en equipo.
  • A de Afán de superación: si no luchas por saber cada día un poco más y ser un poco mejor, el producto de tu aportación al equipo será mediocre.
  • R de Responsabilidad: nuestro trabajo siempre es colaborativo; y un trabajo en equipo es una cadena de responsabilidades: si tú no cumples con las tuyas, perjudicas a los demás porque les dificultas cumplir con sus compromisos.
  • A de Alegría: el trabajo en equipo suele ser un "dragon-khan" emocional; para ser un buen jugador de equipo debes ser capaz de demostrar alegría vital, a pesar de los sinsabores del camino. El humor ayuda.
  • S de Servicialidad: el trabajo en equipo no puede entenderse de otra forma que no sea estar uno al servicio de los demás... y todos al servicio del objetivo común.
Pues ya ves, se trata de que cuando trabajes en equipo seas una de esas personas RARAS y que animes a tus compañeras y compañeros a serlo también. Aunque antiguos como la humanidad misma, los principios y valores nos siguen siendo imprescindibles para alcanzar nuestros objetivos en el siglo XXI.

sábado, 12 de octubre de 2013

Crea tu propio futuro

www.angelacolls.com













¿Cuál es el acto creativo supremo de un ser humano? Sin ninguna duda, su propia vida. Reflejamos nuestra creatividad más elevada no tanto en aquello que producimos sino en lo que estamos siendo.

Ayer, 11 de octubre, se cumplieron diez años de mi dimisión como DG en Ogilvy. ¿Por qué dimití... o mejor dicho, para qué lo hice? La respuesta es que deseaba tener una vida más equilibrada y, sobre todo, dedicarme sólo a lo que realmente me apasiona: ayudar a los demás a progresar.

Diez años después, puedo decir que disfruto con todo lo que hago y que trabajo sólo con quien disfruto. Todo un privilegio. Y el motivo de ello es que siento que todas mis actividades están alineadas con mi misión; lo vivo así en mis diferentes roles: como docente, director académico, asesor estratégico, coach y también como marido y padre.

Echando la mirada atrás, recuerdo demasiados años vividos con mucha ansiedad profesional y disfrutando poco de lo que más me gustaba: la docencia; familiarmente, mucho desequilibrio y poco disfrute del crecimiento de mis hijos. Todo ello me provocaba un sentimiento de alta insatisfacción con la vida que llevaba... hasta que dije ¡basta!

Como puedes imaginar, tomar esa decisión no fue sencillo. Mis pensamientos siempre se debatían entre el ángel y el demonio interiores. El primero, animándome a perseguir mis sueños y a no conformarme con una vida mediocre, sin objetivos propios y trabajando a destajo para quienes sí los tienen. El segundo, advirtiéndome de todos los riesgos y peligros imaginables: "perderás tu puesto de trabajo y con él tus ingresos, tu coche de empresa, tu estatus social y, con ello, abocarás a tu familia a una incertidumbre total".

Bueno, ya puedes imaginar quién de los dos ganó. Por cierto, el perdedor no tenía razón: sus catastróficas admoniciones resultaron todas falsas.

En los seminarios in-company que imparto sobre Creatividad e Innovación, siempre animo a los participantes a que, en algún momento de su vida, dimitan. Sí, ya sé que dimitir no es un verbo que se conjugue a menudo en nuestro país. Mejor: quienes lo hagan se diferenciarán de quienes no se atreven. Dimitir de algo implica decidir a favor de ti mismo.

Por cierto, si te preguntas cómo fue mi proceso interior hasta ser capaz de comunicar mi decisión a mi jefe, te diré que siguió las fases típicas en la toma de decisiones del ser humano: emoción-razón-emoción.

El cúmulo de emociones iniciales eran la frustración, la tristeza y la rabia. La elaboración racional significó un viaje a mi interior recuperando la autoestima, siendo capaz de racionalizar que si fui capaz de conseguir lo que había logrado, también sería capaz de ganarme la vida de alguna otra forma.

En la tercera y decisiva fase, el trabajo emocional consistió en dominar el miedo, casi terror, de saltar al vacío y enfrentarme a lo desconocido. Creo que la emoción que sustituyó al miedo y me llevó a la acción fue el amor. Sí, el amor hacia los míos -no quería una vida así para ellos- y hacia mí mismo -soñaba en dedicarme más intensamente a la docencia.

Ayer se cumplían diez años de comunicar mi decisión. Hoy se cumple una década del inicio de una nueva vida, de la vida que diseñé para mí.

Mi mayor acto creativo.

domingo, 6 de octubre de 2013

Humor y docencia














¿Te has aburrido en las clases del cole y de la universidad ? Muchas veces, ¿verdad? Y en la formación de tu empresa, ¿te sueles divertir? Pocas veces, ¿verdad? ¡Qué lástima que los participantes en una sesión formativa estén mirando el reloj para saber cuánto falta para irse... y no para saber el tiempo que les queda para seguir disfrutándola!

Y hablando de disfrutar, siempre me ha sorprendido la falta de sentido del humor de una buena mayoría de los docentes. ¿Piensan acaso que decir algo con cara seria hace que ello sea más trascendente? ¿Creen acaso que aparecer malhumorado favorece la atención de sus alumnos y facilita su aprendizaje? Son los docentes que no dan clase "a" o "con" sino "contra" sus pupilos. Una pena.

Lo reconozco: el sentido del humor es una de mis virtudes favoritas... en los demás y en mí mismo. Lo cultivo en todas mis relaciones: con la familia, los compañeros de trabajo, las amistades y, por descontado, con mis alumnos. Creo que es el mejor lubricante para que los engranajes de las complejas interrelaciones humanas funcionen fluidamente, sin griparse.

En clase, el sentido del humor es parte fundamental de mi metodología docente porque me aporta enormes utilidades. Aquí van siete de ellas:
  • ayuda a captar y mantener la atención de un público experto en desconectar cuando "aquí no pasa nada interesante";
  • favorece la conexión emocional entre el docente y sus alumnos porque reduce el gap psicológico entre ambos;
  • propicia la participación en clase porque reduce el miedo al error en público;
  • fomenta la colaboración entre los participantes porque crea una atmósfera lúdica;
  • facilita el aprendizaje de los conocimientos porque reduce la percepción de dificultad de la materia impartida;
  • reduce el absentismo a tus clases porque "con este nos lo pasamos bien";
  • finalmente, para el docente es mucho más agradecido ver cómo se ríen tus alumnos en clase... que verlos marcharse en el descanso.

Como la sal y la pimienta en gastronomía, es importante encontrar la dosis justa: si pecas por defecto, el plato sale soso, plano, gris; si pecas por exceso, lo echas a perder porque te impide degustar el verdadero sabor de sus ingredientes. Pasa lo mismo en clase: poco humor lleva al aburrimiento; demasiado humor, lleva a la banalización de los contenidos y, a menudo, a la pérdida de control del grupo.

¿Y cómo saber cuál es la medida exacta? En mi opinión, es un arte. No sé de ninguna receta. Sobre todo porque depende de la audiencia que se tenga en cada caso, de su estado anímico... y del tuyo, entre otros muchos factores.

Seguiré sobre este tema en futuras ocasiones. ¿Comentarios al respecto del humor en las aulas? ;-)

domingo, 22 de septiembre de 2013

Docencia, amor e ilusión
















El secreto para que te salgan bien las cosas en la vida: hazlas por amor a los demás. Por descontado, esto es especialmente verdad en una actividad como la docencia, que no tiene otro propósito que ayudar a los estudiantes a mejorar en sus conocimientos y competencias a fin de progresar en su vida profesional... y en "la otra".

A lo largo de nuestra trayectoria como estudiantes -"cole", universidad, escuela de negocios, o donde sea que hayamos estudiado-, nos hemos encontrado con "profesores amorosos". Los hemos distinguido rápidamente de los demás porque ellas y ellos daban lo mejor de sí mismos, poniendo sus conocimientos y experiencia a nuestro servicio... y no al de su ego.

La semana próxima darán comienzo la 20ª edición del máster de Marketing Farmacéutico y la 11ª del máster de Marketing Directo y Digital (ocho versiones en Barcelona y tres en Santiago de Chile). ¡Ya tengo ganas de conocer a nuestros nuevos participantes! Pasaremos más de nueve meses juntos durante los que vamos a disfrutar aprendiendo y creciendo como profesionales y como personas.

Seguro que todos ellos se sorprenderán cuando el primer día del curso les diga que "estamos aquí por amor" y que "todos y cada uno de los docentes estamos a vuestro servicio, no vosotros al nuestro". Sí, es curioso, pero estas frases siguen sorprendiendo. ¿Será que no es habitual oírlas en un aula?

A principios de esta semana, hemos tenido los claustros docentes de ambos programas. Una muestra de la implicación de los profesores es el alto nivel de asistencia que tuvimos. Algo realmente muy valorable en unos profesores que son profesionales en activo con agendas apretadísimas. Y ello es el mejor síntoma de la ilusión renovada que todos sentimos al inicio de cada curso.

En dichos claustros, debatimos a fondo el foco para este próximo curso: seguir evolucionando nuestra metodología docente para mejorar aún más la relación teoría-práctica de los programas. Lo expresamos diciendo que nuestros programas deben tener un carácter "how-to", es decir, que cada sesión debe servir no sólo para saber más sino para saber cómo aplicarlo a la práctica real.

Añadido a este reto, nos planteamos seguir introduciendo herramientas online que complementen la metodología presencial y que fomenten las habilidades digitales de nuestros participantes. Se trata de ayudarles a establecer su entorno de aprendizaje personal (PLE: personal learning environment). El objetivo de todo ello: aprender a aprender.

Preparados, listos... ¡ya! Todo a punto para empezar el nuevo curso. Un año más, los docentes estamos ilusionados para ilusionar a nuestros participantes desde el primer día de clase... con todo nuestro amor

sábado, 20 de julio de 2013

Fin del MIF-11: conclusiones y aprendizajes
















En el post anterior reflexionaba sobre los aprendizajes obtenidos en la 8ª edición del máster de Marketing Directo y Digital. Ahora le toca el turno al máster de Marketing Farmacéutico que, como quien no quiere la cosa, ha cumplido su 19ª edición... ¡que se dice pronto!

Un año más, la defensa pública de las tesinas ha puesto un broche de oro al programa. En las tardes de los pasados días 8 y 10 de julio, los seis equipos de tesinas hicieron la exposición pública de sus trabajos. Todas las presentaciones tuvieron un nivel alto y fueron reflejo de unos planes de marketing de muy alta calidad profesional.

Los proyectos de las tesinas tuvieron la diversidad de siempre: Abilify (antipsicótico de Otsuka), Betaferon (esclerosis múltiple de Bayer); Fluimucil (mucolítico de Zambon); Antán (antimigrañoso de Lilly); Aknenormin (antiacneico de Almirall); Diován (antihipertensivo de Novartis).

Todos ellos suponían retos de marketing muy distintos. Respectivamente:
  • asumir la gestión comercial completa tras finalizar la co-promoción con otro laboratorio
  • defender una posición de liderazgo frente a un bioequivalente
  • relizar el switch de prescripción a OTC, con cambio de marca incluido
  • lanzar un nuevo producto en una categoría desconocida para el laboratorio
  • competir frente a 7 productos con el mismo principio activo ya establecidos en el mercado
  • gestionar el ciclo de vida de un producto maduro frente a la entrada de genéricos
Después de ver estos trabajos y sus presentaciones, así como de leer las valoraciones finales de los participantes sobre el máster, aquí van algunas reflexiones: 
  1. En septiembre 2012, la mayoría de los participantes -esencialmente provenientes de Ciencias de la Salud- no habían hecho un plan de marketing en su vida. Nueve meses más tarde, han sido capaces de elaborar uno y defenderlo en público con gran profesionalidad. ¡Gran [trans]formación!
  2. Los tutores son una pieza fundamental en el proceso de aprendizaje de los participantes: les ayudan a convertir el "saber" en "saber hacer".
  3. A veces sucede que no todos los integrantes de un equipo se esfuerzan por igual ni aportan lo mismo al proyecto. Lo que sí sucede siempre es que quienes más se esfuerzan, más rendimiento le sacan a su inversión en el máster.
  4. Los participantes han demostrado que son capaces de tener nuevas formas de pensar en los clientes, mucha creatividad en las estrategias y los planes de acción y un buen dominio de los medios y las herramientas del marketing digital: ellas y ellos serán el relevo de los marketeers del siglo XX.
  5. El nivel de satisfacción con el máster sigue siendo muy elevado: de los 25 participantes que respondieron a la encuesta final -sobre un total de 28- sólo dos indicaron que no recomendarían el programa: un índice de recomendación del 92% (en los dos años anteriores, 96%).
  6. Año tras año, el máster consigue este alto nivel de satisfacción. El secreto es la profesionalidad y el compromiso de los 42 profesores del claustro docente -todos ellos profesionales de primer nivel del sector farmacéutico- que con gran generosidad ponen al servicio de los participantes su experiencia y su dedicación. ¡Muchas gracias a todos ellos!
  7. En esta edición, hemos puesto en marcha el blog del máster. Personalmente, tenía dudas sobre la voluntad de participación de los alumnos en el mismo. Mis temores eran infundados: hasta la fecha, un total de 23 participantes han escrito 57 entradas, un buen número de las cuales reflexionan sobre "farma digital". ¡Recomiendo entusiastamente su seguimiento!
  8. Las prácticas profesionales en empresas del sector proporcionan -y siguen proporcionando hasta septiembre- una primera experiencia en un departamento de marketing farmacéutico (o en una agencia healthcare) para los 19 participantes que las han llevado a cabo. ¡Muchas gracias a las 12 empresas que les han ofrecido estas oportunidades!
  9. El propósito último de este máster es el progreso profesional de sus participantes. Y, para quienes no tienen trabajo, proporcionarles oportunidades laborales. Para nuestra satisfacción, a lo largo del curso dos participantes han sido contratados por sendas empresas; adicionalmente, nuestra bolsa de trabajo acaba de recibir dos ofertas de trabajo dentro de esta misma semana. ¡Bravo!
  10. Una reflexión final: los grandes cambios que está sufriendo el sector hacen imprescindible evolucionar constantemente tanto los contenidos como la metodología docente. Lo venimos haciendo significativamente en los últimos tres años; nuestro reto es seguir impulsando estos cambios en beneficio de los participantes de la próxima edición: ¡la 20ª!
Un año más, podemos decir aquello de "misión cumplida". Los esfuerzos de muchos se han visto compensados con el enorme progreso de los participantes. ¡Enhorabuena a todos ellos y ellas por su dedicación y perseverancia en el aprendizaje!

Y, por encima de todo, ¡muchas gracias a todos por el cariño que siempre nos demostráis!

domingo, 7 de julio de 2013

Fin del MMDD-8: aprendizajes obtenidos

















El cierre de una edición del máster siempre es un buen momento para hacer balance de los aprendizajes obtenidos. Porque no sólo los participantes aprenden cosas en el máster; quienes somos responsables de la dirección académica, también... si tenemos los ojos, los oídos y el corazón suficientemente abiertos, claro.

Parece que fue ayer cuando iniciábamos la octava edición del máster de Marketing Directo y Digital... ¡y lo que realmente hicimos ayer fue terminarlo! Los nueve meses y medio que ha durado el programa nos han pasado a todos volando: una buena ocasión para recordar que la vida pasa así de rápido, tanto si haces cosas útiles para tu progreso como si pierdes el tiempo en banalidades.

Las presentaciones de las tesinas hechas por los seis equipos durante el viernes y el sábado fueron la "prueba del algodón" del aprendizaje obtenido por los participantes a lo largo del máster. De forma muy mayoritaria, el nivel de las presentaciones fue realmente alto, tanto en los contenidos como en las exposiciones.

Después de vivir estas presentaciones, de hablar con los participantes durante el "almuerzo-fin-de-máster" y de leer los cuestionarios de sus evaluaciones finales, aquí va un decálogo de aprendizajes obtenidos o reafirmados:

  1. El máster supone un antes y un después para la mayoría de los participantes... les [trans]forma.
  2. Los participantes no sólo se llevan conocimientos ("saber") y capacidad de aplicarlos ("saber hacer"). También desarrollan competencias y actitudes clave para su vida real: el liderazgo personal, el trabajo en equipo, la negociación, la comunicación en público, el uso de las herramientas digitales o la gestión del estrés, entre otros. Y, por descontado, a lo largo del máster construyen un activo de valor incalculable para el resto de su vida: las relaciones con compañeros y profesores.
  3. Las posibilidades y oportunidades que ofrece el máster son iguales para todos... pero unos deciden sacarles más jugo que otros. En consecuencia, unos obtienen un mayor retorno a su inversión -de dinero, tiempo y energía- que otros.
  4. Las tesinas suponen la columna vertebral del programa puesto que implican la aplicación de todo lo trabajado a una empresa/institución real. Este año, los proyectos han sido: Barcelona International Sailing Center (BISC), BarcelonActua, Ulabox, Foxize School, Doctoralia y Planet Fans. ¡Gracias a todos ellos por su contribución a la docencia práctica del máster!
  5. Para conseguir la atención de la audiencia durante su defensa del proyecto, los equipos han hecho gala de una creatividad excelente: nos han hecho salir y volver a entrar al aula; nos han repartido etiquetas con palabras clave; nos han regalado cajas con productos para incentivar nuestras respuestas; nos han mostrado audiovisuales de creación propia; nos han enganchado papeles debajo de las mesas... Resultado: ¡han conseguido nuestra atención durante seis horas (3+3)!
  6. También hemos tenido una magnífica innovación en el formato de una de las exposiciones: una presentación sin ppt, ni keynotes, ni prezi. Sólo pizarra y rotuladores... y mucha valentía, claro. Muy curioso: ha sido un buen ejemplo de que innovar, a menudo, es volver a lo de antes. Tomemos nota.
  7. La función del tutor es clave... y muy complicada. No sólo se trata de orientar y guiar al equipo durante todo el proyecto sino que deben además ejercer de psicólogos, coaches, mediadores, negociadores, motivadores y coordinadores. En una palabra: deben ser unos líderes genuinos para su equipo: hacer que las cosas se hagan y desarrollar los talentos de sus personas.
  8. El ser o no ser de un máster como el nuestro reside en conseguir un alto nivel de recomendación por parte de quienes lo han cursado. Un año más, tenemos una intención de recomendación muy elevada en la encuesta de satisfacción: 26 sobre 28 lo recomendarían; uno no lo recomendaría... y uno se olvidó de responder a esa pregunta (¿será posible conseguir un 100% de respuestas algún año? No desistiremos hasta conseguirlo).
  9. La clave para ese nivel de satisfacción tiene un nombre: claustro docente. Por tanto, gracias de todo corazón a todos los profesores y profesoras por su talento, dedicación y generosidad.
  10. Finalmente, no todo sale bien, claro. Algunos participantes se han enfrentado con dificultades no previstas y, obviamente, no deseadas. Como en la vida misma. Para ellas y ellos, la clave será su actitud frente a dichas dificultades. La pregunta que les permitirá obtener aprendizajes útiles es: "¿para qué me ha pasado esto?". La respuesta les conducirá a su crecimiento personal. En cambio, si la pregunta que se formulan es "¿quién tiene la culpa de esto que me ha pasado?" --y la respuesta es "la culpa la tiene este o aquella"-- sólo les llevará al resentimiento y a la frustración. Y será una oportunidad de aprendizaje perdida.
Bueno, termino. En realidad, pensaba también comentarte los retos a los que debemos dar respuesta en próximas ediciones del máster.  De momento, lo dejo aquí. Será en otro post. Ya está bien para ser domingo por la tarde ;-)

sábado, 29 de junio de 2013

¡Cuidado con las etiquetas!

Imagen de elcentrobolsero
















Cuando estabas en el "cole", ¿a qué colectivo pertenecías?: "estudiosos", "vagos", "inteligentes", "listos", "listillos", "aplicados", "graciosos", "apocados", "gamberros", "gordos", "gafotas"... Había "segmentos" y "tipologías" para todos los gustos (y disgustos), fruto de una ha(de)bilidad muy humana: etiquetar a los demás.

Hace tiempo leí un texto --de alguien que no recuerdo-- en el que, al hablar de nuestro hábito de etiquetar a todos y a todo, se mencionaba un supuesto aforismo de origen americano en el que se decía que "las etiquetas matan". Al principio me pareció algo exagerado. Después, me he dado cuenta del impacto que una etiqueta puede llegar a tener en la vida de una persona, en cualquiera de sus ámbitos: sentimental, familiar, social, académico, profesional, etc.

Viene esto a cuento de uno de los principios clave que aplico en mi docencia: ¡mucho cuidado con etiquetar a los estudiantes y al grupo-clase!. Y no es sencillo porque, al fin y al cabo, las etiquetas cumplen una función crucial: simplificarnos la vida... para lo bueno y para lo malo. Sin embargo, para los docentes, es una tentación a la que es importante que nos resistamos si somos propensos a etiquetar negativamente.

Esto último me recuerda una experiencia vivida que me dejó perplejo. Estaba impartiendo un seminario de "Coaching para la Docencia" a profesores universitarios. En una de las sesiones, uno de ellos --joven y profesor de una materia muy actual-- nos comentó que, desde el primer día de clase, él estaba convencido de que sus alumnos querían engañarle. Estaba obsesionado con ello y ponía todo su esfuerzo en dificultar que lo consiguieran: controles de todo tipo en los trabajos, vigilancia policial en los exámenes, desconfianza en el trato personal, etc.

Lo malo es que, muy a menudo, la etiqueta se convierte en una profecía autocumplida: las personas acabamos comportándonos como los demás esperan, es decir, de acuerdo a las etiquetas que llevamos colgadas. En consecuencia, no me cabe ninguna duda que los alumnos de este profesor se comportaron "como él quería" y pusieron toda su creatividad --que suele ser infinita-- al servicio de superar los retos que su "cruzada antiengaño" les proponía. En pocas palabras: la etiqueta se hizo realidad.

Aprendiendo de esto, elaboré una diapositiva para la clase inicial de mi asignatura en la universidad. La titulé "Mi credo" y dice así:
  1. Creo en ti.
  2. Creo que estamos aquí --yo también-- para aprender y progresar.
  3. Creo que ya sabes mucho de Marketing Directo y Promocional... aunque no lo creas.
  4. Creo en la inteligencia colectiva: el grupo sabe más que tú y que yo.
  5. Creo que solo aprendemos cuando disfrutamos.
Con ello, hago una declaración genuina de mis intenciones hacia ellos, hacia la asignatura y hacia las diez semanas que compartiremos. En este caso, les etiqueto en positivo: "eres merecedor de confianza", "ya posees muchos conocimientos", "todos juntos sabemos más". La experiencia me demuestra que se comportan de forma coherente con dichas etiquetas positivas, actuando como personas confiables, aportando en el debate colectivo y trabajando motivados en equipo.

En definitiva: las etiquetas son material explosivo que conviene manejar con extrema delicadeza. ¡Mucha atención con ellas en clase... y en la vida!

lunes, 24 de junio de 2013

¿Para qué sirve un máster hoy?




¿Sólo para ampliar y/o profundizar conocimientos? Por descontado, un máster debe servirte para ello. Pero no debe ser ese el único propósito de cursar uno. A mi entender, los meses que dura un máster deben servirte prioritariamente para provocar tu [trans]formación, tanto profesional como personal.

Me referiré únicamente a los másteres que tienen una orientación profesionalizadora, no a los que preparan para un doctorado... francamente, de los primeros acumulo 20 años de experiencia y de los segundos, ninguno ;-)

En los tiempos que corren, el acceso al conocimiento y a contenidos especializados de calidad, se ha convertido en algo no sólo fácil sino también gratuito. Ya sabes: wikipedia, slideshare, infinitos blogs temáticos y, últimamente, las MOOC de las mejores universidades del mundo, son magníficos ejemplos de ello.

Siendo esto así --y más que evolucionará--, un máster debe aportarte mucho más que conocimientos. En concreto, además de "saber", debe proporcionarte "saber hacer", "querer hacer" y "poder hacer". Me explico:

1. "Saber".  Para este objetivo, el programa de un máster debe seleccionar los contenidos que te proporcionen los modelos de pensamiento adecuados para que los conocimientos que obtengas no sean efímeros (especialmente en aquellas disciplinas que evolucionan muy rápidamente como el Marketing y la Comunicación). Además, los contenidos deben escogerse de forma que no sólo sean actuales sino que tengan un largo recorrido futuro. Finalmente, el conocimiento debe ser inspirador para permitirte ir más allá del mismo y ayudarte a impulsar tus proyectos (ya sean propios o de terceros).

2. "Saber hacer". En el pragmático mundo de la empresa --y de las organizaciones que necesitan competir--, saber algo pero ignorar cómo llevarlo a la práctica es, en realidad, no saber. Para ello, los conocimientos que obtengas en un máster deben traspasar el perímetro de lo teórico y conceptual para pisar de lleno el terreno de la aplicación práctica. Este objetivo es primordial para que seas capaz de demostrar el retorno a la inversión de tu contratación... o, por descontado, posibilitarte la puesta en marcha de tu propia iniciativa emprendedora.

3. "Querer hacer". Desarrollar las competencias, habilidades y actitudes necesarias para llevar a cabo tu actividad profesional, será tan importante como tener los conocimientos adecuados y saberlos aplicar: competencias como el autoconocimiento para tu propio liderazgo personal o la empatía, para ser capaz de trabajar eficientemente en equipo, negociar con eficacia o gestionar bien los conflictos; habilidades, muy especialmente en materia de herramientas digitales para optimizar tu productividad y, más importante aún, para gestionar tu propia marca personal; y actitudes, como el respeto, la responsabilidad, el espíritu de servicio y el comportamiento ético.

4. "Poder hacer". Finalmente, todo lo anterior te servirá de bien poco si no tienes dónde desarrollarlo. Para ello, un máster debe proporcionarte oportunidades laborales, tanto si prefieres trabajar para un tercero como si quieres hacerlo como emprendedor de tu propio negocio. Y debe hacerlo de diversas formas. Por ejemplo, proporcionándote prácticas profesionales que complementen de verdad lo que estés estudiando; acceso a una bolsa de trabajo seria y eficaz; y, sobre todo, un networking amplio y cualificado de profesores, compañeros de promoción y alumni.

Estos cuatro objetivos son los que siempre hemos perseguido los equipos de Dirección Académica, tanto del Máster en Marketing Farmacéutico como del Máster en Marketing Directo y Digital en la Barcelona School of Management-UPF.

O sea, que si estás considerando hacer un máster sobre estas disciplinas, no dudes en asistir a sus sesiones informativas... o en recomendarlas, si ya has hecho alguno de ellos.

Gracias anticipadas por ello ;-)

domingo, 16 de junio de 2013

"Sesiones 2.0": aprovechando el conocimiento de los alumnos

Imagen de Chris Sloan

















¿Sólo el profesor tiene conocimientos sobre las materias que imparte? Por descontado, en las que imparto yo --Marketing y Comunicación-- la respuesta es: ¡en absoluto! Los alumnos ya poseen muchos conocimientos adquiridos sobre esas materias y, por descontado, toneladas de experiencia propia... y de sentido común.

Si esto es así, ¿por qué desaprovechar dichos conocimientos y limitarnos a los del profesor? ¿No sería más enriquecedor plantear las clases de forma que quien supiera algo sobre la materia lo compartiera con el resto del grupo? En definitiva, poner al servicio del aprendizaje de los estudiantes la inteligencia colectiva de profesores y alumnos.

Bajo este concepto nacieron las "Sesiones 2.0". Primero las puse en marcha en mi asignatura Marketing Directo y Promocional en la UPF. Viendo que funcionaban bien, las introdujimos también en el Máster de Marketing Directo y Digital de la BSM-UPF. El principio sobre el que se basan es el anteriormente explicado; sin embargo, las puestas en práctica son diferentes.

En la universidad, la mecánica es la siguiente. Los estudiantes de la asignatura disponen desde el primer día de todos ppt que utilizaré a lo largo de la asignatura. Por tanto, disponen de todos los contenidos por avanzado. Los equipos que se constituyen para realizar un trabajo grupal, deben además preparar una de las sesiones del curso. Se trata pues de que impartan ellos la clase. La preparan basándose en mi documentación y buscando ejemplos por su cuenta que ilustren los conceptos de la sesión.

En el máster, el procedimiento es un poco diferente. Al inicio del programa, y a la vista del calendario de sesiones de todo el curso, los participantes deben seleccionar al menos una sesión en la que colaborar con el profesor correspondiente. Esta colaboración puede tener distintas formas: aportar un caso real vivido que ilustre los conceptos de la sesión; enriquecer los ejemplos con otros buscados por el participante; o, incluso, preparar la sesión con el profesor e impartirla conjuntamente. En definitiva, los participantes hacen más que nunca honor a esa denominación participando en la docencia.

Con esta metodología, los beneficios son claros para los estudiantes:

  • los que dan las clases deben verdaderamente aprenderse bien la materia... y, de paso, se dan cuenta de lo que supone "hacer de profes";
  • los que escuchan, lo hacen con mayor atención por respeto a sus colegas... y porque saben que luego les va a tocar a ellos estar en su lugar;
  • finalmente, para unos y otros, la responsabilidad de la co-evaluación (en la universidad, ellos mismos puntúan a cada equipo).
Pero también también tiene ventajas para los profesores:
  • consiguen enriquecer los contenidos de sus sesiones;
  • desarrollan una mayor interactividad con los alumnos;
  • logran unas sesiones mucho más dinámicas... y menos cansadas para ellos;
  • y como resultado, las puntuaciones a su docencia son mejores.

Invito a mis alumnos y Alumni --y a quien le apetezca, claro-- a opinar sobre esta metodología. Seamos consecuentes y pongamos la inteligencia colectiva al servicio de su mejora. ¿Alguna sugerencia?

domingo, 9 de junio de 2013

Actitud "egoless"



¿Nunca te has sentido un instrumento al servicio del ego de alguno de tus profesores? ¡Cuántos excelentes investigadores se ven obligados a dar clase cuando, en realidad, odian hacerlo! Y a cuántos directivos, ejecutivos y emprendedores exitosos les encanta dar clase en un máster... para tener una audiencia que les escuche y les admire: ¡qué brillante es!

Es lo que denomino "docencia de escaparate", en la que el profesor "se mira pero no se toca". Está ahí para demostrar su altura intelectual, inalcanzable para su sufridos discípulos quienes, a duras penas pueden seguir el ritmo al que dicta las evidencias de su erudición. En pocas palabras: los alumnos al servicio del profesor.

¡Que hagan lo que verdaderamente hacen bien! Unos, investigar y publicar; otros, dirigir o emprender. Y que den clase los auténticos apasionados por la docencia. Así, todas las partes saldrían ganando: ellos mismos, los docentes vocacionales y, sobre todo, los estudiantes.

Sólo concibo una actitud frente a la docencia. Es esta: el profesor está al servicio de sus estudiantes, no ellos al suyo. Está para favorecer su aprendizaje, no para que admiren sus conocimientos.

Porque, en realidad, los estudiantes, además de alumnos son clientes. ¿O no pagan por recibir una docencia del máximo nivel posible? ¿O pensamos que pagan por sentarse a escuchar a eruditos que no se preocupan por su progreso? En la universidad, con el incremento tan sustancial de las tasas, tengo la sensación que los estudiantes van a comportarse cada vez más como clientes. Y si no, al tiempo.

Pues bien, para tener esta vocación de servicio, lo primero que debemos tener es una "actitud egoless". Es decir, dejar nuestro ego fuera del aula. Un buen profesor debe entrar en el aula metido en el marco de referencia de sus alumnos y salir del suyo. Esto no va del umbraliano "yo he venido aquí a hablar de mi libro", sino de "cómo puedo ayudaros aquí y ahora para que interioricéis los conceptos clave de hoy".

Por cierto, si no te sientes capaz de ello, olvídate de la docencia. No pasa nada. No todo el mundo sirve para ella. De la misma forma que no todo el mundo sirve para investigar o para dirigir empresas o para emprender.

O así me lo parece. ¿Y a ti?

lunes, 3 de junio de 2013

El profesor-coach




Permíteme empezar con dos premisas que, para mí, son básicas como docente:
  • creo que la docencia va de aprender, no de enseñar; en consecuencia, el protagonismo debe ser del estudiante, no del profesor;
  • creo en el potencial de la inteligencia colectiva; o sea, todo el grupo junto es capaz de saber más que cualquier profesor individual.
Partiendo de estas dos premisas, la pregunta que debe formularse hoy un profesor es la siguiente: ¿cuál es la mejor función que puedo desarrollar para facilitar el aprendizaje de mis estudiantes? Ciertamente, la respuesta no es obvia. El paradigma en el que se ha basado la labor del docente durante siglos ha sido el "yo sé; tú, no" que conllevaba el "yo hablo; tú escuchas". O sea, "yo Tarzán; tú Chita".

Bien, creo que estarás de acuerdo en que esto está finiquitado. Por descontado, es así en la formación de postgrado; pero también en la de grado, con los estudiantes asistiendo a clase con portátiles y tablets conectados y a pocos clicks de todo el conocimiento mundial sobre lo que el profesor les está contando.

Probablemente, muchos profesores universitarios estén horrorizados frente a esta nueva situación. A mí me parece magnífica. Por fin, el docente no puede escudarse únicamente en la transmisión del conocimiento y debe bajar al ruedo de la facilitación del aprendizaje. Poco a poco, se va haciendo añicos esa sarcástica frase de Mark Twain en la que decía que "la educación consiste en que los apuntes del profesor acaben en los del estudiante sin pasar por el cerebro del uno ni del otro" (vía @XSalaimartin).

En efecto, los tiempos actuales requieren otro rol del docente: el "profesor-coach". Un nuevo rol que se acerca más al entrenador deportivo que al párroco del púlpito:
  • consensuar retos... más que obligar
  • preguntar y escuchar... más que hablar
  • provocar... más que argumentar
  • dar feedback... más que discursear
  • mover a la acción... más que controlar
Estas son, precisamente, las principales herramientas en una conversación de coaching. Una conversación que tiene el propósito de conseguir que quien recibe el coaching sea capaz de hacerse cargo de su propio reto... y en la que el coach, ni le juzga ni le da consejos.

¿Y si lo trasladamos a la docencia? Yo procuro hacerlo porque estoy convencido que vale la pena confiar en la responsabilidad de nuestros estudiantes y en su infinito potencial de aprendizaje.

O así me lo parece. ¿Y a ti?

domingo, 26 de mayo de 2013

Hay vida más allá... del ppt

Josep-Maria Fàbregas, en la conferencia: con fichas... ¡y sin ppt!

El pasado jueves 23 de mayo participé en la celebración interna del 10º Aniversario del Club de la Farmacia de Almirall. Albert Pantaleoni -actual responsable del Club- me invitó a dar una charla sobre Fidelización a la que asistieron más de 60 personas, con una nutrida representación del equipo directivo de la compañía.

Fue un acto impregnado de una sincera atmósfera de cariño hacia el trabajo hecho por muchos a lo largo de una década. Se tuvo incluso el detalle de invitar a dos de los primeros responsables del Club -a pesar de no estar ya en Almirall- para que fueran partícipes de esta efemérides, que también era suya.

Una buena prueba de que lo que convierte en grandes a las empresas no es su tamaño sino la grandeza de sus personas. ¡Enhorabuena por ello!

Pasé más de dos semanas reflexionando sobre el enfoque de la charla: "afilar el hacha antes de empezar a cortar el árbol" es siempre la mejor inversión de tiempo. Una vez clarificados los objetivos, toca definir la estructura de contenidos y decidir en qué apoyarse durante la presentación.

En esta ocasión, decidí hacer una exposición sin utilizar un powerpoint como apoyo visual. Miento. Utilicé una diapositiva, la del título de la conferencia: "Everything you always wanted to know about loyalty... But were afraid to ask".

En lugar del ppt, elaboré trece fichas (ver la foto). Seis de ellas eran mi "chuleta" para seguir el guión. Distribuí las otras 7 fichas entre los asistentes, buscando su participación en la charla. Cada una de estas fichas contenía una pregunta sobre alguno de los aspectos clave de una estrategia de fidelización. Estas son tres de ellas:

- ¿para qué quieres fidelizar a tus usuarios?
- ¿con qué criterios segmentarás tu base de datos?
- ¿qué ventajas ofrecerás a tus usuarios?

A lo largo de la charla, cada persona leía la pregunta de su ficha y todos los asistentes participaban en la respuesta. Con ello pretendía conseguir el efecto AIDA en la ponencia:

- captar la Atención de todos los asistentes durante los 50 minutos de la exposición
- despertar su Interés en la materia, pensando todas las preguntas
- fomentar el Deseo de contribuir a encontrar respuestas adecuadas
- conseguir su participación activa, moviéndoles a la Acción 

El resultado: los asistentes lo pasaron bien, al darse cuenta de que todos eran capaces de reflexionar sobre Loyalty Marketing... aunque no trabajaran en Marketing o Ventas ni fueran directivos.

¿Cuántas veces una ponencia basada en un ppt nos proporciona un efecto AIDA como este? A veces pienso que lo utilizamos precisamente para evitarlo.

O así me lo parece. ¿Y a ti?

domingo, 19 de mayo de 2013

[trans]Formación


Imagen libre de derechos: Diamond and piece of coal

Durante años he utilizado una frase de Herbert Spencer (1820-1903) para definir lo que pienso sobre el propósito de la formación: "El gran objetivo de la educación no es el conocimiento sino la acción".

Siempre me ha parecido que la formación que simplemente pretende trasladar conocimientos, se queda corta. Bueno, al menos, en el tipo de formación que llevo haciendo en los últimos 20 años. El propósito de todas esas actividades docentes ha sido siempre conseguir que los estudiantes integren los conocimientos adquiridos en su día a día, profesional y personal.

Al terminar el curso, muchos de nuestros participantes en el Máster de Marketing Farmacéutico y el Máster de Marketing Directo y Digital,  nos confiesan que "el máster les ha transformado". Seguro que no utilizarían esta expresión si únicamente hubieran sacado unos buenos conocimientos de Marketing de los nueve meses de programa.

No. Sacan mucho más. Yo lo denomino [trans]formación. O lo que eso significa: dar un salto significativo tanto en el Saber como en el Ser. Porque, al fin y al cabo, en unas disciplinas tan dinámicas como son el Marketing y la Comunicación, una buena parte de los conocimientos tienen fecha de caducidad.

Lo que sí tiene vigencia de por vida es la transformación de la persona en las cuatro dimensiones del ser humano: mental, física, emocional y espiritual. Dimensiones que, llevadas al terreno de la docencia, podríamos traducir libremente en intelecto, esfuerzo, pasión y ética.

O así me lo parece. ¿Y a ti?

domingo, 12 de mayo de 2013

Sobre el blog

"Favorecer el progreso profesional y humano de mis alumnos". Este ha sido siempre el propósito último de las actividades docentes que desarrollo. Personalmente, me hace muy feliz ver como las personas que me han tenido como profesor se convierten en profesionales y seres humanos más valiosos para los demás.

Por descontado, la docencia siempre es el fruto de un trabajo en equipo. Un equipo cuyo corazón son los profesores. Sin ellos, nada sería posible. Ellas y ellos son quienes, con su generosidad y pasión, consiguen fomentar el gusto por el aprendizaje en quienes participan en nuestras sesiones.

Con este blog persigo un propósito doble. Por un lado, compartir mis vivencias como docente, reflexionando sobre ellas para así tratar de mejorar la experiencia de aprendizaje. Por otro, dar visibilidad al progreso profesional de los Alumni de los distintos programas en los que soy docente:

- Máster en Marketing Farmacéutico (MIF), Barcelona Shool of Management-UPF
- Máster en Marketing Directo y Digital (MMDD), Barcelona School of Management-UPF
- Magíster en Marketing Directo y Digital (MDM), Universidad Diego Portales (Chile)
- Marketing Directo y Promocional (MDP), Grado de Publicidad y RRPP (UPF)
- Programas in-company de Comunicación y Creatividad

Si formas parte del colectivo Alumni de estos programas y tu historia de progreso profesional y personal puede ser inspiradora para los demás, no dudes en ponerte en contacto conmigo:

- Email: jm.fabregas@bsm.upf.edu
- Twitter: @josepmfabregas
- Linkedin: es.linkedin.com/in/josepmfabregas

Para terminar, te agradezco por adelantado tus colaboraciones, tus comentarios a los posts y la difusión que puedas hacer de los contenidos de este blog. Todo será en beneficio de nuestra Comunidad Alumni.

¡Muchas gracias!

Josep-Maria